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Historieta de la Tabla Redonda


Arresembasaitus

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En tiempos de la corte del Rey Arturo, Sir Nicholas el

Vencedor del Dragón era un valiente caballero que

tenía una vieja obsesión con el hermoso pecho de la

Reina. Su fantasía era poder besárselo a gusto,

pero sabía que el castigo a tamaña osadía sería la

muerte.

Un día le confesó su secreta aspiración al

mago Merlín, quien le dijo que quizá podría ayudarlo a

cumplir su deseo, pero que tal favor le costaría 100

monedas de oro.

Sin dudarlo un instante, el caballero aceptó el trato

sin regatear el precio.

Al día siguiente el mago, quien tenía total libertad

para moverse en palacio, accedió a las habitaciones

de la Reina, y cuando nadie lo veía, puso un poco de un

preparado urticante en el sostén de la soberana

mientras ella se bañaba.

Luego de vestirse la Reina comenzó a sentir una

comezón que iba en aumento y no se detenía con

lavados, ungüentos ni con nada.

 

Con la mayor urgencia Merlín fue llamado a

consulta, quien informó al Rey que el único antídoto

que podría aliviar la dolencia de la Reina sería

el contacto durante dos horas con la saliva de

alguien que hubiera tocado la sangre de un dragón.

El Rey, sin perder tiempo, hizo traer inmediatamente a

Sir Nicholas el Vencedor del Dragón.

 

Cuando el caballero llegó, el mago le deslizó

disimuladamente un frasquito conteniendo el

antídoto contra la picazón y le dijo que se pusiera

unas gotas en la boca.

Durante las dos horas siguientes, el caballero

satisfizo apasionadamente su obsesión en los

magníficos pechos de la reina, quien se alivió de

la comezón. Sir Nicholas el Vencedor del Dragón

abandonó el palacio satisfecho, generosamente

recompensado por el Rey y tratado como un héroe.

 

Más tarde, Merlín fue a reclamarle sus 100 monedas

de oro, pero el caballero, con su obsesión ya

satisfecha y sabiendo que el mago no podría nunca

arriesgarse a que la estratagema llegara a oídos

del Rey, lo despidió de mala manera sin pagarle nada.

 

Al día siguiente, Merlín deslizó una masiva dosis

del polvo urticante en los calzoncillos del Rey, quien

mandó buscar con la mayor urgencia a Sir Nicholas el

Vencedor del Dragón

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