Jump to content

¿Somos Europeos los españoles?


daniS-Line

Publicaciones recomendadas

Hola gente, la semana pasada, estuve en el COngreso de AECOC y tuve la oportunidad de oir una ponencia de José A. Jauregui, profesor de una conocida Universidad privada en Madrid.

 

Me estoy bajando de la web las ponencias, y no me he resistido a colgarla, ya que es muy buena.

 

 

No puedo colgar el PDF( soy un poco e-cenutrio en ese sentido), pero si alguien me indica cómo, lo haré gustosamente.

 

 

Bueno ahí va :drool:

 

1

¿SOMOS EUROPEOS LOS ESPAÑOLES?

Un señor creía que era un grano de trigo y, por eso cada

vez que veía una gallina echaba a correr despavorido. Tras

varios años de tratamiento en un hospital psiquiátrico le

dieron el alta. El psiquiatra al despedirle le dijo:

“Bueno, entonces, ¿quién es usted?” “Soy una persona,

Doctor, igual que usted” “Vale. Entonces, si ve una

gallina, no se va a echar a correr, ¿verdad?” “No, no.

Gracias a Dios esos tiempos ya pasaron”. El médico le dio

un apretón de manos y el paciente ya curado salió del

hospital. A los pocos minutos este paciente volvió a

entrar corriendo con una tez pálida y con una mirada de

susto y se metió debajo de la mesa del psiquiatra. “¿No me

dirás que has visto una gallina?”, le preguntó. “Sí, sí,

Doctor, he visto una gallina y me ha mirado con unos ojos

amenazantes”. Pero, vamos a ver, ¿no me has dicho que ya

sabes que eres una persona y no un grano de trigo?” “No,

yo ya lo sé, pero, ¿lo sabrá la gallina?”

El ser humano no siempre sabe quién es. Por eso los

griegos escribieron en el Templo de Zeus aquél célebre

consejo: “Conócete a ti mismo”. Nerón creyó que era un

excelso poeta y dio fuego a Roma para inspirarse y pasar a

la posteridad como un Virgilio o un Homero. Belerofonte

era un joven griego, apuesto, valiente y un gran atleta.

Tras triunfar en unos Juegos Olímpicos el Rey le hizo un

homenaje, le invitó a cenar y a pasar la noche en Palacio.

Su mujer casquivana se llegó al lecho de Belerofonte y le

ofreció sus favores. “Eres bellísima”, le dijo

Belerofonte, “pero no puedo ofender a quien me ha

agasajado y menos siendo el Rey”. Esta joven, despechada,

salió de la habitación gritando: “¡Socorro, socorro!

Belerofonte quiere violarme”.

El Rey montó en cólera real ¿Qué hacer? Contar esta

historia en público y ejecutar a un héroe griego no sería

procedente. Sus lelos leales idearon una salida: que el

Rey pidiera en público a Belerofonte que liberara al

pueblo del azote de Quimera –una bestia monstruosa que

mataba a inocentes. Belerofonte por honor tendría que

aceptar el desafío y, así moriría ineludiblemente, ya que

nadie podía salir indemne de las garras de Quimera.

Belerofonte fue al Templo de Zeus a pedir el favor de

los dioses. Los dioses que siempre apoyan al que solicita

humildemente su apoyo en una causa justa le prestaron

Pegaso, el caballo divino que montaba Apolo. Cabalgando

2

sobre Pegaso Belerofonte degolló a Quimera. Se convirtió

en un héroe que deslumbró a los griegos.

Sus lelos leales, echando mano como suelen de la

adulación, le dijeron: “Tú, Belerofonte, no eres un

mortal, tú eres un dios”. “¿Soy un dios?”, preguntó un

Belerofonte que quería oír algo así. “¿Por qué soy un

dios?” “Por dos razones fundamentadas. Una: porque solo

los dioses pueden montar a Pegaso. Dos: solo un dios

podría degollar a Quimera”. “Entonces, ¿qué debo hacer?”,

preguntó Belerofonte con ese tonillo del endiosado que

todos conocemos. “Debes subir al Olimpo a vivir con los

dioses”. Belerofonte, ya del todo endiosado (solamente el

idioma español, a mi conocimiento, nos ofrece este verbo

significativo “endiosarse”), cabalgando sobre los lomos de

Pegaso subió al Olimpo. Los dioses que leen las

intenciones de los mortales se dijeron: “¡Qué lástima de

joven! Era valiente, apuesto, inteligente, honrado y

piadoso. Ahora se ha vuelto gil***ollas. Tendremos que

darle una lección a él y a los mortales para que no se

endiosen. Los dioses enviaron un tábano que picó a Pegaso

para que Belerofonte cayera a tierra. Decidieron los

dioses que no muriera, sino que se quedara cojo y ciego y

que tuviese que ir mendigando por las ciudades y por los

pueblos despreciado por todos.

Todos conocemos a algún Belerofonte.

He citado estos casos del que se cree un grano de

trigo, un excelso poeta como Nerón o el que se endiosa,

como un preludio de algo muy humano: desconocer la propia

identidad.

Cuando la entonces Comunidad Económica Europea hoy

Unión Europea nos admitió a los españoles, Albert Boadella

presentó una serie de humor en TVE “ya semos europeos”.

Era una caricatura que daba en el clavo: al fin ya no era

verdad que Africa empezaba en los Pirineos; ya éramos

europeos.

Pero no solamente los españoles podemos no conocer

nuestra identidad europea que nos viene de lejos.

Ingleses, daneses y otros tampoco conocen su identidad

europea.

Tenía en mis manos un ejemplar de mi libro Europa,

Tema y Variaciones en el verano del año 2000 en la ciudad

de Oxford. Robert, un inglés, me dijo: ¿Qué libro ha

escrito usted Profesor Yoregai que es como suelen

pronunciar Jáuregui en el Reino Unido” “Es un libro que

trata sobre la identidad cultural de los europeos” “¿No

nos meterá en ese saco a los ingleses?”, me preguntó con

una mirada desafiante” “I don’t; your testicles do: Yo no,

sus testicles muestran su identidad europea”. Cogí el

Oxford Dictionary que tenía sobre su despacho y le leí:

3

“Testicles: del latín testis, testigo, el testigo que

testifica en los juicios, y ulus, ula, ulum, diminutivo, o

sea, testicles son los pequeños testigos, los testiguitos

que dan fe de la virilidad en los varones. Así que lleva

la cultura europea en sus testicles. En español decimos

testículos, en francés testicules, en italiano testicoli…

es lo que podemos denominar variaciones –inglesa,

española, francesa o italiana- de un tema común: un tema

común europeo. El artículo 181 del Tratado de la

Constitución Europea dice: “La Unión contribuirá al

florecimiento de las culturas de los Estados miembros,

dentro del respeto de su diversidad nacional y regional,

poniendo de relieve al mismo tiempo el patrimonio cultural

común”.

Da a entender este artículo de la Constitución

Europea que acabamos de votar en referéndum los españoles

que existe “un patrimonio cultural común” y que “existen

variaciones nacionales y regionales”, a las que yo he

añadido “variaciones individuales”.

Pregunté a mis estudiantes en la Universidad

Complutense (300 estudiantes): “¿Sabéis quiénes son los

leones que arrastran la diosa Cibeles?” Silencio. Nadie

sabía. “Son Atalanta e Hipomenes. Atalanta era una joven

muy hermosa, muy alta y una gran atleta. Ganaba siempre

los maratones. Para liberarse del asedio a la que le

sometían los jóvenes griegos, diseñó una estrategia: “El

que me desafíe y me gane en una carrera, se casará

conmigo, pero si pierde le cortaré la cabeza y la colocaré

en una pica en la vía pública”. Varios jóvenes la

desafiaron y aparecieron sus cabezas cortadas en una pica.

Hipomenes, un joven griego, fue al templo de Afródita,

diosa del amor e imploró su favor. Afródita le dio tres

manzanas de oro: “Cuando empecéis la carrera suelta una

manzana de oro; Atalanta se agachará para cogerla y tú le

sacarás ventaja. Cuando te alcance, suelta la segunda y

luego la tercera y ganarás. El día de la boda, deberás

venir con Atalanta y tus invitados a darme las gracias a

mi templo”. “Faltaría más”, dijo un Hipomenes emocionado.

Todo ocurrió como dijo la diosa. Cuando llegó la

noche de bodas e Hipomenes esperaba en la cama nervioso a

Atalanta, apareció Afródita: “¡Anda, si no hemos ido al

templo a darle gracias. Perdónanos!” “Lo siento mucho,

pero hay un pecado que no podemos perdonar los dioses: el

pecado de ingratitud. Ahora me veo obligada a convertiros

en dos leones que eternamente arrastrareis el carro de

Cibeles”. Cibeles, un icono tan español y tan madrileño,

es una variación de un tema europeo.

4

Dentro de los temas que compartimos los europeos,

podemos descubrir temas grecolatinos y temas

eurocristianos.

Cibeles, democracia, teatro, polis-política, musasmuseos-

música… conceptos y valores claves que están en

nuestras ciudades, en nuestros archivos… y en nuestros

cerebros han sido diseñados por los griegos y traídos por

los romanos. Algo tan English, tan inglés como democracy

es un invento griego pero traído por los romanos a

Lundinium que así bautizaron a Londres.

Los romanos conquistaron a los griegos, pero

deslumbrados por su cultura y civilización, la adoptaron y

la llevaron a Iberia, a las Galias, a Bretaña… a todos los

rincones del Imperio Romano.

Los romanos cambiaron los nombres, pero no los

conceptos o valores. A la democracia llamaron república, a

Afrodita, diosa del amor llamaron Venus… y así

sucesivamente. El viagra, un producto moderno se llama

producto afrodisíaco y hablamos de enfermedades venéreas

(de Venus, veneris). Aquí encontramos dos variaciones

actuales de dos temas grecolatinos.

Los europeos compartimos temas comunes grecolatinos y

además eurocristianos.

¿Sería Europa la misma si tuviésemos que suprimir de

su escena cultural sus exquisitas iglesias románicas, sus

espectaculares iglesias góticas, sus Requiems líricos y

trágicos - el de Mozart, el de Verdi, el de Dvorak, el de

Fauré -, sus Cristos pintados o esculpidos - el de

Rembrandt o el de Dalí -, sus Madonnas - la pietá de

Miguel Angel, las Vírgenes de Rafael o de Murillo -, sus

santos que pueblan el parnaso cristiano europeo - el

entierro del Conde de Orgaz del Greco y los santos de

tantos retablos medievales, renacentistas, barrocos o

modernos -, sería Europa la misma Europa, si hubiésemos de

suprimir la Divina Comedia de Dante, los poemas de Santa

Teresa de Ávila o de San Juan de la Cruz, toda la poesía y

toda la prosa poética tejidas en torno a un judío llamado

Cristo? Toda esta riquísima cosecha cultural y

multisecular que forma parte de ese "patrimonio cultural

común" del que se habla en la Constitución Europea no son

sino variaciones culturales de un gran tema europeo:

Cristo.

Debemos sorprendernos de un hecho social y cultural

colosal: la cultura europea y la propia identidad europea

se teje a través de los siglos en torno a Cristo, en torno

a un extraño o extranjero que ni nació, ni vivió, ni murió

en territorio europeo. La geópolis o sociedad territorial,

la sociedad cuyos miembros se sienten vinculados

5

emocionalmente a lo que llaman "mi tierra", suele colocar

en sus altares - el altar de la calle, el altar del

calendario y otros altares - a sus miembros. No es por

azar sino por lógica emocional geopolítica que en Madrid

una gran avenida que se llama Velázquez se cruce con otra

que se denomina Goya. No es por azar sino por lógica

geopolítica que en la catedral de Westminster esté

enterrado Carlos Darwin o que en el Panteón ("lugar de

todos los dioses") de París estén enterrados los

verdaderos "enfants de la Patrie", hijos de la Patria.

Pero, ¿por qué la gran arquitectura de las iglesias, por

qué la música más excelsa de la Misa en Sí Menor de Bach,

por qué la gran cultura europea no son sino variaciones de

un gran tema - Cristo -, no siendo ni un nativo ni un

residente ni siquiera un visitante de la geópolis llamada

Europa? Hay que hacerse esta pregunta y después intentar

resolver este rompecabezas. Existe una cierta disput*

académica y no solo académica en torna a Domenicos

Theotocopulos entre Grecia donde nace y entre España donde

pace este magnífico pintor, o bien entre Italia y España a

propósito de Cristóbal Colón o Cristóforo Colombo. El

nacimiento y la residencia son dos criterios que definen

la pertenencia de un ser humano a una geópolis

determinada. Pero el caso de Cristo es singular ya que

este extranjero nunca pisó el territorio europeo.

Uno de los principales responsables de este estado

cultural de cosas europeas es Saulo de Tarso. Saulo de

Tarso es un judío practicante, militante, ortodoxo: "Yo

mismo soy israelita, descendiente de Abraham y de la tribu

de Benjamín". "Siempre he sido fariseo que es la secta más

estricta de nuestra religión". Esta secta se encarga de

vigilar con lupa ortodoxa cualquier herejía, cualquier

desviación de la verdadera religión de Abraham y de

Moisés. Algunos judíos han iniciado una desviación

peligrosa de la religión judía. Son los discípulos de

Cristo, un judío también hereje, que fue condenado a

muerte por subversivo y por blasfemo por Anás y Caifás,

las más altas autoridades del pueblo Judío. Saulo de

Tarso, que siente como buen fariseo que su deber es

mantener la ortodoxia judía a cualquier precio, se une y

hasta dirige la primera campaña de persecución contra los

primeros discípulos de Cristo. Esteban es uno de los

primeros discípulos que predica la doctrina de ese judío

subversivo y blasfemo llamado Cristo. Un grupo de fariseos

lo condena a muerte por desviarse de la verdadera religión

judía: "Mientras lo apedreaban, Esteban oró diciendo:

Señór Jesús recibe mi espíritu. Luego se puso de rodillas

y gritó con voz fuerte: 'Señor, no les tomes en cuenta

este pecado'. Y habiendo dicho esto, murió. Saulo estaba

6

allí dando su aprobación a la muerte de Esteban. Aquel

mismo día comenzó una gran persecución contra la Iglesia

de Jerusalén... Saulo perseguía a la Iglesia y entraba de

casa en casa para sacar a rastras a hombres y mujeres y

mandarlos a la cárcel".

Saulo de Tarso mientras iba camino de Damasco a la

búsqueda de nuevos Esteban con la intención de

convertirlos a pedradas, se cayó del caballo ofuscado y

cegado por una luz. A partir de esa caída del caballo,

gira ciento ochenta grados en su estrategia de persuadir o

convencer. Saulo de Tarso no solo se convierte al

cristianismo, sino que abandona el lenguaje bruto de la

fuerza para convencer. Entiende que vencer y convencer son

dos mundos, dos galaxias.

En esta caída del caballo de Saulo de Tarso, en su

conversión en su pasión por persuadir a griegos y a

romanos de que deben hacerse cristianos está una de las

claves de la cultura y de la identidad europeas.

Nerón y otros emperadores desataron una feroz

persecución, pero no se cambian las convicciones a

pedradas ni a tiros. Los “mártires” que en griego quiere

decir testigos son en verdad semilla de cristianos. Al fin

un Emperador, Teodosio, adoptó el cristianismo como la

nueva religión del Imperio.

Cuando un euroescéptico proclama a los cuatro

vientos que él no pertenece a otra cultura que no sea la

que corresponde a su idioma y a continuación habla de

final de siglo y de milenio, muestra su petulante sandez y

su atrevida ignorancia. Al hablar de final de siglo y de

milenio, cree este euroescéptico analfabeto que no hay más

calendario en el mundo que el "suyo" y "el suyo" no es ni

inglés, ni catalán, ni vasco. El "suyo" es el calendario

europeo. Si en la familia humana contemplamos un inmenso y

variado jardín de plantas idiomáticas, también debemos

descubrir el bello y variado jardín de plantas

cronológicas.

Si no tenemos los europeos "el europeo", es decir

un idioma común - aunque las palabras claves de los

idiomas europeos son temas comunes con variaciones -,

tenemos los europeos otros idiomas comunes como es el

calendario. El calendario es un idioma común de todos los

europeos, un idioma que usamos todos los días. Todas

nuestras actividades están ubicadas y ordenadas en un

calendario determinado: tal milenio, tal siglo, tal año,

tal mes, tal día. Roma nos unificó a los iberos, a los

bretones, a los británicos, a los celtas, a los godos, a

los galos y a los demás pueblos de Europa otorgándonos un

calendario común. El calendario tiene una fecha clave de

7

la que arranca. Los romanos colocaron en el altar central

de este calendario a Roma misma. Roma, como no le

sorprendería a Emile Durkheim, era la verdadera diosa de

este templo del dios Cronos o Tempus. Todos los pueblos

del Imperio Romano se regían por un calendario único e

idéntico: a.u.c. :ab urbe condita, desde la fundación de

la ciudad. Fijémonos bien que ni siquiera se dice "desde

la fundación de la ciudad de Roma". Ese la, ese artículo

determinado, es determinante: la ciudad por excelencia es

Roma (En España en ciertos ámbitos se habla de "la" madre

para referirse a la propia madre o en Inglaterra dicen

"la" Reina cuando se refieren a la Reina de Inglaterra).

Pero a medida en que va cuajando el eurocristianismo no

solo como una religión nueva para todo el Imperio Romano,

sino como una cultura europea nueva, el a.u.c. desaparece

y deja paso al A.D. Anno Domini, el año del Señor. Y "el"

Señor es Cristo. Es el año 753 a.u.c. Se convierte en el

año 527 ab incarnatione Domini, desde la encarnación del

Señor, expresión acuñada por Dionisio el Exiguo. Se le

denomina el exiguo, porque según descubrió Kepler,

Dionisio, al hacer el cómput* de años que se le había

encomendado, se equivocó de cinco años (En realidad si

esta equivocación es verdadera, estaríamos hoy en el año

2009 y no en el año 2005).

No cuajó la expresión ab incarnatione Domini ni la

sigla a.i.d. que hubiese reemplazado a la sigla a.u.c., ab

urbe condita. Pero, sí se mantuvo hasta hoy en toda la

escena europea, el calendario cristiano que, al adoptarse

en toda Europa es en verdad eurocristiano. Teópolis y

geópolis se funden en este como en tantos otros dominios.

Solamente desde esa época hasta hoy se intentó

suprimir este calendario en Francia como consecuencia de

la Revolución Francesa. Con la intención de crear una

sociedad civil y laica (siendo la sociedad laica una

opción teopolítica como otra cualquiera con prestes,

encíclicas, excomuniones, brotes fanáticos y sacristanes),

se inició un nuevo calendario. La fecha clave de partida

sería el 22 de Septiembre de 1792 y Francia reemplazaría a

Roma y a Cristo en el altar central de este templo. Los

meses también cambiarían de denominación y se llamarían

Vendemiaire, Brumaire, Frimaire etc. No cuajó este intento

y el calendario eurocristiano como un colosal edificio

multisecular sigue en pié. Es la gran catedral europea,

templo común de todos los europeos, pero no de los chinos,

ni de los musulmanes, ni de los judíos ni de otros pueblos

que se rigen por otras pautas cronológicas colocando en

las hornacinas de este altar a otros héroes, ídolos o

8

fetiches. Los chinos - más de mil millones - no están en

el año 2005, y no van a cambiar próximamente ni de siglo

ni de milenio. Este año es el año del tigre. Cada año está

presidido por un animal en el calendario chino.

Si nos adentramos en el laberinto del calendario

europeo nos toparemos con otros hechos sorprendentes.

Podemos descubrir cómo el calendario europeo es una

síntesis o sinergia de temas grecorromanos y cristianos de

origen judío. Los romanos nos legaron su calendario

dividido en diez meses: 1 Martius; 2 Aprilis; 3 Maius; 4

Junius; 5 Quintilis; 6 s..tilis; 7 September. 8 October; 9

November; 10 December. Aunque nuestro calendario europeo

gira en torno al nacimiento de Cristo, podemos encontrar

huellas grecolatinas. Calendario procede de kalendas,

palabra griega. Y no es por azar, sino por lógica

geopolítica. Roma adoptó de Grecia la clasificación

estructural de siglos, años, meses, semanas y días. Los

nombres de los meses siguen siendo romanos, aunque ahora

los meses de Septiembre (el séptimo), Octubre (el octavo),

Noviembre (el noveno) y Diciembre (el décimo) no se

correspondan con el número que representan. Un mes está

dedicado a Julio y otro a Augusto (Agosto). En las

diversas hornacinas del templo de Cronos, están los meses.

Un mes fue dedicado por los romanos al Emperador Julio

César, el que escribió De Bello Galico (sobre la guerra de

las Galias) y otro mes fue dedicado a Augustus, el

Emperador que durante cuarenta años fue el Pontifex

Maximus. Seguimos hoy en varios paises de Europa honrando

la memoria de dos Emperadores romanos: Julio, Juillet (en

francés), July (en inglés), Agosto, Août, August, etc.

También los días de la semana en varios países

europeos siguen dedicados a divinidades grecolatinas.

Lunes (dies lunae, día de la Luna), Martes (dies Marti,

día de Marte), Miércoles (dies Mercuri, día de Mercurio),

Jueves (Jovis dies, día de Júpiter), Viernes (dies

Veneris, día de Venus). Los dioses romanos siguen todavía

hoy estando presentes en hornacinas del templo

cronológico, del templo espacial (Marte, Júpiter...) y de

otros templos culturales.

El sábado, uno de los días del calendario europeo,

es judío. Es uno de los tantos regalos del pueblo judío al

que, muchos europeos ignorantes y arrogantes, han

despreciado y perseguido, cuando deberían decirle: gracias

por tanto regalo inmerecido. El Sabbath o Sábado celebra

la creación del mundo y es un recuerdo continuo - un gota

a gota que cala en el cerebro - de que el mundo no es un

9

caos desgobernado por el ciego azar, sino una melodía

armónica y bien temperada compuesta y dirigida por "el"

Creador. Dios creó el mundo en seis días y al séptimo

descansó. El sábado es, pues, una de las tantas herencias

culturales que proceden de nuestros ancestros judíos

(ancestros en el dominio de la cultura). No coincide, sin

embargo con el séptimo día el Sábado europeo. El séptimo

día, el día del descanso europeo, es el Domingo, o Dies

Dominica o Dies Domini: el día del Señor (Jesucristo).

Todo el calendario gira en torno a Cristo, así como un día

cada semana: un día dedicado al descanso y al culto

cristiano.

Sin Europa qué le faltaría a España? Para empezar no

hablaríamos el español o castellano; esta ciudad no se

llamaría Santiago; no estaríamos en el año 2005; el escudo

de España no estaría flanqueado por las columnas de

Hércules, ni aparecería este personaje grecolatino en el

escudo de Sevilla y de Cádiz ni en la Torre de Hércules de

la Coruña, ni nos llamaríamos españoles, ni tendríamos

museos, ni música, ni iglesias románicas, ni góticas…

Podemos hacernos, además esta pregunta: si no hubiera

existido España, ¿qué faltaría hoy en Europa? Habría que

suprimir los Baci Perugina, esos bombones deliciosos de

chocolate y la fábrica Nestlé… los españoles importamos de

“las Indias”, de América, chocolate, patatas, tomates,

pimientos… alimentos básicos europeos. Como dijo Goethe

“Europa se hizo caminando hacia Santiago”. Santiago ha

sido y es uno de los kilómetros cero de la cultura e

identidad europea. Un español de Caleruela, Burgos,

Domingo de Guzmán, Santo Domingo de Guzmán, al fundar los

dominicos ha aportado grandes maravillas al patrimonio

cultural europeo y un español de Loyola, Iñigo de Loyola,

San Ignacio, al fundar los jesuitas ha enriquecido

sustancialmente el legado cultural de los europeos.

En el siglo XX ha habido un superpower, un

superpoder, o sea Estados Unidos de América. Esta

geópolis, esta macrotribu, ha ganado el juego económico,

político y militar. Los Estados Desunidos de Europa se

enfrentaron en dos guerras fratricidas, desangrándose y

arruinándose y tuvo que venir e intervenir "el" superpoder

para poner paz entre las tribus alemanas, inglesas,

francesas, italianas y otras. ¿Sin embargo no cuenta nada

la cultura a la hora de definir un "superpoder"? ¿Qué

tocarían las orquestas de Estados Unidos, si se

suprimieran del repertorio todas las composiciones de

Bach, Brahms, Beethoven, Vivaldi, Chopin, Ravel,

Debussy... todas las obras de compositores europeos? ¿Qué

óperas se pondrían en escena en Estados Unidos, si se

suprimieran todas las óperas de Verdi, Puccini, Mozart,

10

Wagner, Rossini, Bizet... todas las óperas de

compositores europeos? ¿Qué ocurriría si en los museos

Guggenheim, en los Paul Getty, en los museos de Nueva York

y en todos los museos de Estados Unidos, se eliminaran

todos los cuadros de los Miguel Angel, los Rafael, los

Boticelli, los Velázquez, los Rembrandt, los Goya -incluso

los Picasso y los Dalí-...todos los cuadros y esculturas

de los grandes maestros europeos? ¿Qué ocurriría en las

universidades y en las bibliotecas de Estados Unidos si se

eliminaran todas las obras de Homero, de Platón, de

Aristóteles, de Arquímedes, de Pitágoras, de Newton, de

Einstein, de Freud, de Darwin, de Descartes, de Kant, de

Hume... todas las obras de pensadores europeos? ¿Qué

ocurriría en las universidades y en las bibliotecas de

Estados Unidos, si desaparecieran todas las obras

literarias de Shakespeare, de Dante, de Cervantes, de

Goethe, de Camöes... todas las obras poéticas de Virgilio,

de Píndaro, de Ovidio, de Horacio, de Keats, de San Juan

de la Cruz...? ¿Qué ocurriría en Europa si se suprimieran

del repertorio de música clásica y de ópera todas las

obras de compositores estadounidenses?

Hago estas preguntas, porque un "superpoder" a secas

no tiene en cuenta para nada las aportaciones culturales.

Pero no todo son dólares y misiles "inteligentes". ¿No

reside la identidad y la riqueza de Europa en su colosal y

maravilloso "patrimonio cultural común"? Para algunos un

cuadro de pintura sólo tiene valor, si se vende por muchos

millones en una subasta. Pero las obras maestras de la

cultura son "prizeless": no tienen precio (si bien al fin

las obras "que no tienen precio" son las más cotizadas).

Podríamos descubrir la mejor Europa: la que nos lega

en su testamento espiritual (y, además, económico) la

Pasión de San Mateo de Bach, Don Giovanni de Mozart, las

Meninas de Velázquez, las ciudades de Florencia, Oxford,

Salamanca, Heidelberg, París, Atenas, Roma, Viena...

Podríamos saborear estas exquisiteces de la cultura, sin

contentarnos con alimentar nuestro cuerpo y nuestro

espíritu con bazofias del pest-seller: comida "rápida",

telebasura, música que se define por su ruido y por sus

groserías, carne hormonada, vacas "locas" y editores

hormonados con libros de tira y pon. Podríamos mirarnos en

el espejo de Félix Mendelssohn que nos redescubrió la

música de Bach o en el espejo del Barón de Coubertin que

desempolvó las Olimpiadas que estaban arrinconadas en el

desván cultural europeo y las sacó a escena.

11

No deberíamos los europeos caer en ninguna estúpida

arrogancia tribal al maravillarnos del "patrimonio

cultural común" que hemos heredado. Pero es nuestro deber

conocer, mantener y preservar nuestra cultura y hacer

cuanto esté en nuestras manos para que siga dialogando

Platón, componiendo Mozart, escribiendo Cervantes,

pintando Miguel Angel y fabricando los "stradivarius"

Antonio Stradivari, no para imponer nuestra cultura a

nadie, ni para caer en una arrogancia eurocéntrica siempre

perjudicial, sino para ofrecer en un espíritu de servicio,

de solidaridad y de agradecimiento nuestros productos

culturales a toda la familia humana, teniendo en cuenta la

deuda inmensa y desconocida que hemos contraido con otras

sociedades que nos han regalado sus maravillosos inventos

culturales y recordando siempre el consejo de Montesquieu:

"Jamás haré nada que beneficie a Francia, si perjudica a

Europa; jamás haré nada que beneficie a Europa si

perjudica a la humanidad".

 

 

 

PD: Vi un RS6 en la puerta del palacio de congresos.. :drool: ufff y como sonaba :cry2:

 

 

S2

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web


Unirse a la conversación

Puedes publicar ahora y registrarte más tarde. Si tienes una cuenta, conecta ahora para publicar con tu cuenta.

Guest
Responder a esta discusión...

×   Pegar como texto enriquecido.   Pegar como texto sin formato

  Sólo se permiten 75 emoji.

×   Tu enlace se ha incrustado automáticamente..   Mostrar como un enlace en su lugar

×   Se ha restaurado el contenido anterior.   Limpiar editor

×   No se pueden pegar imágenes directamente. Carga o inserta imágenes desde la URL.

  • Explorando recientemente   0 miembros

    • No hay usuarios registrados viendo esta página.