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Los Hermanos Quake. Capítulo 1.


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Los Hermanos Quake. Capítulo 1. LA GRAN REVELACION.

 

Era tarde y ya oscurecía en el horizonte. Tiny Quake se hallaba dentro de un taxi camino a casa absorto en cómo solucionar el problema de la venta de su piso. Estaba pasando una mala racha en el trabajo con las continuas discusiones que cada dos por tres tenía con su jefe, un bigotudo rechoncho que se creía el amo del mundo desde que fue ascendido a jefe de sección dos meses atrás. Fue justo cuando contemplaba a una joven que estaba de espaldas mirando un escaparate de ZARA cuando sonó su teléfono móvil.

– ¿Señor Quake? –preguntó una voz al otro lado del teléfono.

– Yo mismo, diga –contestó Tiny mirando la hora en su flamante Tag Heuer pues no esperaba ninguna llamada tan tarde.

– Hola, soy Jack, el mecánico del taller Audi donde ha dejado su A4 para que averigüemos la razón del extraño soplido que hace su coche al acelerar.

– Sí, dígame, ¿Ya sabe qué es?

– Sí. El tubo flexible de la admisión del turbo está rajado y debe cambiarse urgentemente. Además hemos observado que los discos delanteros están muy deteriorados y deberían cambiarse también. Por último, también sería conveniente cambiar el compresor del aire acondicionado pues seguramente el próximo verano se acabará de agrietar y se quedará Usted sin aire acondicionado y varios días sin coche para reparar esta avería.

Tiny guardó silencio durante dos segundos.

– ¿Cuánto cuesta todo esto? –preguntó algo alterado.

– Verá, yo soy mecánico y no sé los precios exactos pero cuente que como mínimo 1.200 Euros.

Nadie pudo verlo pero Tiny abrió los ojos como platos y se puso tenso de golpe.

– ¿Cómo dice Usted? 1.200 Euros en reparar un Audi A4 de tres años y con 75.000 kilómetros. ¿Pero qué clase de coches fabrica Audi?

Jack tragó saliva y midió sus palabras. Llevaba dos años trabajando en el taller oficial Audi de su ciudad y en ese tiempo había dado esa misma mala noticia muchas veces y cada vez suponía un duro golpe para el propietario del coche que había dejado en el taller para ser reparado.

– Verá Sr. Quake. He visto que su matrícula era muy reciente pero su A4 es el modelo anterior así que he supuesto que era de importación, seguramente de Alemania. Por ello y viendo las reparaciones que se debían efectuar en su coche he consultado la base de datos ELSA para comprobar si el número de bastidor de su coche aparecía en la base de datos de reparaciones. Lo cierto es que aparece y según dicha base de datos su coche pasó la última revisión en un taller oficial Audi muy probablemente Alemán el pasado 15 de mayo. En esa última revisión el coche ya tenía 193.000 kilómetros.

– ¿Qué? –gritó Tiny por el micrófono del móvil agarrándolo con todas sus fuerzas.– ¿Pero de qué narices me está Usted hablando? Yo compré este coche a un compraventa de mi ciudad hace 4 meses y el coche tenía sólo 69.000 kilómetros! ¿Cómo me dice Usted ahora que mi coche algunos meses antes tenía “ciento-y-pico-mil” kilómetros más?

– Verá, Sr. Quake. Preferiría que viniese Usted al taller para que mi jefe le explique en persona el problema del kilometraje de su coche. –Jack sabía que al día siguiente se presentaría Tiny a pedir aclaraciones y, como venía siendo habitual últimamente, se montaría un buen número en el taller por culpa de la manipulación del cuentakilómetros de los coches Alemanes de Importación.

– Así lo haré, y mañana mismo a primera hora, no lo dude. ¿A que hora abren Ustedes el taller?

– Puede venir cuando Usted prefiera entre las 8:30 y las 13:30.

– Una última pregunta: Si realmente mi coche tiene casi 200.000 kilómetros como Usted afirma, ¿Es ese el motivo de que me tenga que gastar ahora 1.200 Euros en reparaciones?

– Sin lugar a dudas Sr. Quake. Audi fabrica muy buenos coches pero no irrompibles. Un Audi con 200.000 kilómetros ya suele achacar problemas de edad y suelen empezar a dar problemas, no de motor pero sí del resto de componentes mecánicos que lleva su coche. Por cierto Sr. Quake, según el Historial de Reparaciones a su coche todavía no se le ha cambiado por segunda vez la correa de distribución y debería cambiarla si no quiere arriesgarse a romper medio motor.

– Lo que me faltaba! –espetó Tiny sin darse cuenta que el taxi hacía rato que estaba parado frente a su casa y el taxista escuchando con interés la conversación.– ¿Cuánto cuesta eso de cambiar la correa de las narices?

– Verá, estoy seguro que le harán un precio especial pero como mínimo serán otros 700 Euros.

Tiny estaba totalmente encendido. No sabía si mandar a freír espárragos al mecánico o colgar directamente el teléfono. Por suerte los años habían moldeado su mal genio y pudo conservar la calma para pronunciar siete palabras:

– Gracias por llamar. Mañana hablaremos. Buenas noches.

Tiny colgó el móvil, pagó al taxista y subió hasta su piso localizado en la 8ª planta de un moderno edificio de viviendas donde ser el propietario de un piso de 2 habitaciones y 50 metros cuadrados te aseguraba pagar hipoteca hasta tu jubilación.

En casa no había nadie. Su mujer se hallaba de viaje en Oviedo en una convención de cosmética donde ella representaba a la empresa para la que trabajaba. Se estiró en el sofá, cogió el mando del televisor y puso las noticias. En el televisor estaban dando la noticia de un terremoto en las Islas Fidji que por suerte no se había cobrado víctimas. Tiny entreabrió los ojos y se dijo a si mismo:

“En esa isla el terremoto no se ha cobrado ninguna vida pero en España un Quake se va a cargar a alguien.”

 

Continuará…

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  • 4 semanas más tarde...

Buen relato. :clap1: Espero que termine bien, por el bien de Jack. :clap1:

 

No viene al tema, pero... le das o de dabas al Quake, ¿eh?. Que tiempos aquellos... :crying_anim:

 

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Un saludo.

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