Jurl, jurl, jurl...
Cuando era pequeñito, una vez fuimos de excursión a la fábrica de galletas Cuétara. Lo recuerdo como uno de los días más felices de mi vida, aspirando todo aquel vapor industrial aromatizado artificialmente de vainilla...
Recuerdo especialmente un momento en que me fijé en uno de los trabajadores, que con una pala (normal y corriente, de las de obra...) escarbaba y desmenuzada una enorme masa de pasta de limón (de esas que van entre las galletas), y fue entonces cuando pensé que aquél sería sin lugar a dudas el ser humano más feliz del planeta, y si me dieran a elegir entre los mejores puestos de trabajo que existieran (astronauta, futbolista o científico), yo elegiría con los ojos cerrados el de 'palero de Cuétara'. Claro, que ahora cada vez que me fijo en la firma de aran e imagino su garaje, pienso que debe ser el tío más feliz del mundo, y no pierdo la esperanza de que en un futuro, más o menos lejano, un servidor pueda coleccionar semejante flota y siga escalando en sueños y añoranzas, porque afortunadamente la esperanza es lo último que se pierde... Lo importante es la ilusión.
Oye, Thecay, y has pensado alguna vez en escribir un libro?
No lo digo en tono de broma, en absoluto. Es que me encanta leerte. Tus páginas me han recordado al cuento Charlie y la fábrica de chocolate