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Son los Alumnos Lotofagos?


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Adjunto aquí un artículo de un profesor de instituto amigo mío. Sin duda es un artículo que nos propone un gran debate, plural, flexible y participativo, pero sobre todo es un artículo que no deja indiferente, pues tiene la cualidad de invitarte, sin darte cuenta, a la reflexión.

 

"

¿Son los alumnos lotófagos?

 

El título va encabezado con el sustantivo alumnos, pero podría referirse a cualquier colectivo o a la sociedad en general. Ulises cuando regresa de la Guerra de Troya, después de diez años de guerra, tardará otros tantos años llenos de aventuras en regresar a su patria. Cuando se dirigían a Ítaca un fuerte viento los llevó a la costa de Citera, donde encontraron el país de los lotófagos. Los lotófagos formaban un pueblo extraño: eran pacíficos y se alimentaban de una flor carnosa y blanca llamada loto. Los comedores de loto parecían felices, vivían únicamente en el presente, no sabían quiénes eran sus ante¬pasados ni por qué estaban allí y parecía no importarles en absoluto. Los habitantes de aquellas tierras acogieron con excelente hospitalidad a Ulises y sus hombres, en ningún momento los trataron como extraños, sino como miembros de su propio pueblo. Aquellas gentes no sólo eran amigables, sino que parecían extraordinariamente felices, vivían en eterno presente, sin ningún tipo de preocupación.

 

Los lotófagos invitaron a Ulises y a los suyos a comer el fruto del loto, pero él, siempre prudente y precavido, les advirtió;

-“No comáis nada extraño. Más vale sufrir hambre que morir envenenado”. Pera ellos replicaron:

-“Nada Malo puede salir de estas gentes, mira cómo nos han tratado desde que llegamos a estas tierras.”

 

De esta forma, desobedeciendo los consejos de Ulises, algunos de sus hombres aceptaron la invitación y comieron de la dulcísima pulpa de La flor del loto. Ocurrió entonces- que junto al placer del gustoso alimento se sintieron como embriagados y olvidaron todas sus preocupaciones. Los que comieron loto reaccionaron de forma extraña cuando se encontraron con sus compañeros, como si no los reconocieran: habían olvidado sus propios nombres, el de su patria, el de sus padres y sus esposas, no sabían dónde estaban ni hacia donde se dirigían.

 

Cuando llegó a Ulises la noticia de semejante transformación ordenó que nadie probara ese fruto y se dispuso a alejarse del lugar Los hombres que habían comido loto tuvieron que ser introducidos a la fuerza en las naves, maniatados.

Hay algo extraño, seductor, atractivo, en esta historia. Una flor que produce el olvido es mucho más que una simple droga. Somos lo que somos por la memoria. El pasado nos constituye como personas y como sociedad. Sin pasado no hay futuro. Es lo que les ocurre a los hombres de Ulises, al olvidar el pasado han perdido el futuro, el sentido a sus vidas: han olvidado el regreso. Porque el regreso no sólo es el movimiento hacia atrás, sino hacia delante, es la onda expansiva del pasado.

 

En mis veinte años de profesor he visto como los alumnos cada vez son más parecidos a los lotófagos, viven sólo en el presente, en el mismo estado de aparente felicidad que tenían estas personas que se encontró Ulises. A la mayoría de los alumnos no les preocupa ni les ocupa lo más mínimo nuestro pasado. Los centros educativos depositarios de saber acumulado de la sociedad, seleccionan lo fundamental y se encargan de transmitirlo a las nuevas generaciones. No podemos despreciar lo que se enseña en las escuelas, deberíamos valorarlo como algo fundamental, para crecer como individuos y como sociedad.

¿No habremos convertido a nuestros chicos en lotófagos, a los que sólo les importa el presente, un presente disfrazado de artilugios, móviles, messenger, internet, MP3, PSP game boy, play station, i-pod, xbox…, que producen el mismo efecto que la flor de loto? Los chicos viven en un estado de aparente placidez, sin otra preocupación que poder tener la flor de loto para seguir en el continuo presente, olvidando lo fundamental para luchar por el futuro.

 

Se han olvidada muchos de los principios que gobernaban las familias, las escuelas y la sociedad, no importan porque son del pasado y el pasado no existe, no importa de dónde venimos y por lo tanto nos da igual el futuro. Hace 25 años los chicos nos sentíamos depositarios de una serie de principios que parecían irrenunciables. Por ejemplo cuando ibas a vendimiar o trabajar ajeno, se convertía en sagrado el cumplir con la obligación y que no te llamaran la atención, parecía que en estos actos se ponía en juego el honor familiar y tenías que actuar de manera que la consideración tuya y por extensión la de tu familia quedara en buen lugar. Ahora da la impresión de que todos esos principios se identifican con una sociedad arcaica y trasnochada, que todo da igual.

 

La lotofagia tiene unas consecuencias nefastas en la educación, porque cría a los chicos en la imagen despreciando la palabra, lo que les deja en una situación muy complicada para aprender, porque la palabra es fundamental para educar a las personas, porque, como dice José Antonio Marina, la inteligencia humana es una inteligencia lingüística. Sólo gracias al lenguaje podemos desarrollarla, comprender el mundo, inventar grandes cosas, con¬vivir, aclarar nuestros sentimientos, resolver nuestros problemas, hacer planes, Una inteligencia llena de imágenes y vacía de palabras es una inteligencia mínima, tosca, casi inútil.

Cuando intentas hablar con los alumnos en clase y se les pide que expresen su opinión sobre cualquier tema que estemos estudiando, las expresiones se limitan a monosílabos o en el mejor de los casos se dan las siguientes expresiones: “yo me entiendo, pero no sé explicarlo”, “yo es que no sé, es que.,.”, por no hablar de otras expresiones que me resultan irreproducibles por escrito. La palabra no es fundamental para la comunicación de muchos alumnos, lo que les ocasiona gravísimos problemas, no sólo en el ámbito educativo, sino también en lo emocional y social.

 

Para que nuestra inteligencia sea viva, flexible, perspicaz, divertida, racional, convincente, necesitamos, en primer lugar, saber muchas palabras. No se trata de un adorno, sino de algo más importante. Cada vocablo es una herramienta para analizar la realidad. Por ejemplo, el vocabulario sentimental nos permite aclarar lo que sentimos. En él está sedimentado el saber de nuestros antepasados, las diferencias que han descubierto en el complejo y resbaladizo mundo afectivo. Ser miedoso no es lo mismo que ser cobarde. Sentir celos no es lo mismo que amar. Ser listo no es lo mismo que ser inteligente. Podemos pasarnos de listos, pero nunca nos pasaremos de inteligentes.

 

La imagen es una totalidad que nos seduce por la rapidez con que la captamos. La explicación, el razonamiento, la argumentación son frutos pausados de la palabra. La lectura nos parece más lenta que la imagen porque en la imagen lo vemos todo de golpe, mientras que el lenguaje esta expuesto en líneas, Pero es precisamente al poner en líneas lo que vemos en bloques cuando la inteligencia se desarrolla, porque entonces puede explicar las cosas, es capaz de razonar, de decidir justamente, de elaborar planes. Aquí está la gran utilidad de la palabra, que nos enseña a explicar y a explicarnos lo que somos, lo que sentimos, lo que nos ha pasado, lo que nos gustaría que sucediera.

 

Leer, hablar, escribir, es decir, explicar, comprender y disfrutar el mundo con palabras es una condición indispensable para desarrollar la inteligencia humana. Huir de la línea escrita es huir del argumento, de la razón, de la claridad, del análisis, de la capacidad de crítica.

 

¿Qué podemos hacer para no sucumbir a la flor de loto?, Ulises ató a sus compañeros y los embarcó. ¿Seremos capaces de tomar decisiones en contra de lo que desean los navegantes?. "

 

 

Interesante no?? :ranting2: :innocent:

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Fíjate que sencillo: Apuesto a que habrá muchos que al ver la extensión del post pasarán de largo sobre él.

 

 

Tiene toda la razón del mundo :ranting2: . Me recuerda al post de cambiar votos por ipods. Imaginad a alguien que ha sufrido la dictadura española y preguntadle si cambia su voto por algo material. Eso ocurre porque no tenemos memoria.

 

Intereasante, muy interesante :innocent:

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Muy interesante, y no es para menos.

 

Estamos llegando al punto en el que cualquier niño de 13 años te falta al respeto sin ningún tipo de remordimiento. Pocos chavales jóvenes entienden mínimamente siquiera el significado de algunos valores, o al menos los más importantes y significantes, y, lo que es peor, no dan la sensación de quererlo aprender.

 

Ese artículo plasma a la realidad el estado actual de algunos (la mayoría diría yo) jóvenes, donde vuelvo a recalcar, valores y "quéhaceres" súmamente importantes y vitales caen una y otra véz en saco roto en detrimento de las múltiples comodidades y placeres materiales que el siglo XX nos está brindando. Basta con darse una vuelta por algunas páginas de contactos o conversaciones de Messenger entre esta masa, pocos son los que atinan a poner una tílde en condiciones, una h donde realmente procedería, o una B en lugar de una V.. :ranting2:

 

Llegados a este punto, creo que esto tarde o temprano se convertirá en un "sálvese quién pueda" precisamente por no haber tomado cartas en el asunto.

Editado por Wintermute
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Si señor buen articulo...

 

me ha gustado bastante, a pesar de estar casi incluido en este generación de lotófagos...

 

El tema de los valores, es un tema que cada vez menos gente tiene en cuenta. PAra mi y tengo la suerte de que para mis amigos y gente cercana, son importantes o muy importantes... conozco poca gente que por ejemplo, y es un ejemplo, al dar un golpe deje el numero... o tonterias de ese estilo, donde de verdad se ve el interior de cada persona....

 

Me fijo en los amigos de mi hermano, 4 años menor q yo, es decir 18 años o en los de mi hermana de 17 y la verdad, veo mucho cambio con respecto a los de mi año, y son solo 4 o 5 años de diferencia...

 

 

 

Y si, me lo he leido hasta el final!!!

 

 

Un abrazo

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Totalmente de acuerdo. El problema yo creo que en parte radica en la propia evolución de la sociedad, y en un paralelismo con la ley de la oferta y la demanda. En los consumibles, todo baja de precio según se va quedando obseleto en pos de otro artículo de misma utilidad pero mejoradas propiedades, lo que hace que los productos antes accesibles sólo a una pequeña élite, luego sean objetos cotidianos de cualquiera.

 

Esto sucede así con herramientas, armas más bien, que poco a poco han ido descendiendo en su "edad" de uso para llegar a ser común hoy en día en personas, personillas, que son capaces de controlar lo que hacen, pero no controlan el devenir de sus acciones, véase s..o, drogas, alcohol...

 

Se está llegando a una situación en la que la gente de 13 ó 14 años hace lo mismo que hace 10 años hacían las personas de 20 o más años, y con una normalidad y solvencia realmente sorprendente.

 

El problema es que se han acostumbrado a usar esas herramientas, y las usan sin conocimiento de sus consecuencias, ya que, por mucho que usen armas de mayores, siguen siendo niños, cuya capacidad de razonamiento y de previsión está limitada y empañada aún por la impulsividad y la inconsciencia propias de su edad.

 

Lo que surge de mezclar armas de mayores, con mentalidad de niños, es una bomba de relojería, fácilmente observable en círculos como las escuelas, pero donde más se puede ver lo que digo es en la noche.

 

Ver a los típicos "Panikeros" (los llamo así porque vivo al lado del Panic, sala Groove, y voy a menudo porque me gusta esa música, aunque me echa para atrás el tipo de gente que va). Esos Panikeros son gente, niños, de 18 años, incluso menos (artimañas, lo de siempre), que viven de una forma intensa, pero inconsciente, tratando de alargar la noche lo máximo posible, usando los medios que sean, y que ciertas personas les dan sin ningún problema. En el fondo, ellos son los que se meten lo que quieran, pero el problema viene luego, cuando esos Panikeros, típicos crestas caídas con las gorras mirando al cielo y con el cuerpo que parece un catálogo de una joyería, no controlan, y se meten en movidas, peleas, que, como ya les da igual todo en el estado en el que están, pues son peleas que a ninguna persona que esté en sus cabales se le ocurriría hacer, ya que en la mayoría de los casos, son originadas por tonterías que sólo a ese tipo de gente les ofende, atenta contra su "hombría y dignidad".

 

Bueno, creo que me he enrollado demasiado, y con el frío que tengo no sé ni lo que estoy poniendo ya :lol2:

 

Sólo decir que, como dije el otro día, se está llevando esta sociedad al límite en todos los aspectos: social, cultural, medioambiental... Y esto, antes o después tiene que explotar, salvo que se sepa reconducir de alguna forma.

 

Un saludo!

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¿Quien dice que no tienen memória?

 

 

Si todos tienen la de 4 Gb...

 

Los jovenes no dejan de ser un reflejo de los adultos, de lo queremos ser o de lo hubieramos querido ser.

 

Acaso se pueden ellos comprar todos estos jugetitos, ¿o se los compramos los adultos? ¿Para que se callén? ¿para que nos dejen en paz?

 

Los jovenes serán como serán pero no tienen la culpa de ser como son.

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Una de las claves está en el final del texto "¿Qué podemos hacer para no sucumbir a la flor de loto?, Ulises ató a sus compañeros y los embarcó. ¿Seremos capaces de tomar decisiones en contra de lo que desean los navegantes?."

 

El problema es que muchos Ulises (padres) son los que están alimentando a sus hijos de flor de loto, tal vez por descuido, tal vez por que en el pasado la desearon y no pudieron probarla o tal vez porque han sido pasto de su embriagadora textura y tampoco pueden discernir y por lo tanto, no permiten que simples lugartenientes (profesores), intenten meterles en el barco de vuelta a casa. Bajo ¿qué autoridad?

 

PD: Cuánto daño ha hecho el messenya y el móvil a la palabra.!!!

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El problema es que muchos padres están cegados con una doble fachada de sus hijos, a los que ven como responsables, independientemente de la forma de vestir y tal que tengan, y maduros, cuando a cierta edad la madurez se finge, no se tiene.

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Tengo un amigo, hace tiempo se ha dado cuenta de la pésima caligrafía que tiene, aunque bueno, en realidad, jamás ha destacado por ser un Cervantes (ha sido compañero mío de clase en la EGB) todo sea dicho, pero recuerdo que me comentaba que de un tiempo hacia aquí, el uso de la mecanografía en ordenadores para el trabajo a diario, habían abocado a la pérdida total de su identidad a puño y letra propia. ¿Sabéis lo que ha hecho para remediarlo? Pues ni corto ni perezoso se fué a la librería más próxima y se compró varios cuadernillos Rubio, si, si, de esos de cuando éramos pequeños y nos ayudaban a corregir tanto la caligrafía como la ortografía.. :lol2:

 

La cara de la chica de la librería cuando le dijo que eran para él (tiene 26 años) era todo un poema.. :lol2:

 

Resumiendo, meses después y a día de hoy, el chaval ha mejorado notablemente su puño y letra, y no contento con ello, me ha comentado que en el trabajo redacta las cartas y textos a boli, que está harto del teclado. :wub::lol2:

 

Creo que es cuestión de superación y ganas, querer es poder. Supongo que no todo en nuestros jóvenes, está perdido. :cfsd1:

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Yo creo que no es problema de los padres, al menos no a ciertas edades ya.

 

Yo sabía perfectamente donde estaba el límite en la mayoría de las ocasiones, y cómo no, qué era lo que estaba bien y qué lo que estaba mal.

 

Insisto, los jóvenes de hoy en día, esos valores no los pueden entender. No pueden entender el no llevar unas zapatillas de 90 euros, unos pantalones de 60 o una vídeoconsola de última generación. :lol2:

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Interesantísimo artículo. Lotofagos. Gran palabro y excelente historia la de Ulises. Si la sociedad leyese más quizá no harían falta reflexiones de este tipo.

 

La pérdida de valores, de respeto es algo que vemos a diario. Muchos Ulises de hoy día por desgracia se han convertido tambien en lotófagos y por tanto ya no recuerdan nada ni les importa. Yo me pregunto lo mismo, que podemos hacer para reorientar a los marineros perdidos? Hemos pasado del "ni pestañees que te fusilo" al "todo vale".

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Excelente debate, si señor :lol2:

 

Creo que no es la lectura ni la cultura lo que te hace mejor persona, són los valores que adquirimos desde nuestra enseñanza, educación e incluso el dia a dia.

 

Desde luego es para alucinar el comportamiento de gran parte de las nuevas generaciones, cuantas veces habré oido la frase "a este le falta hacer la mili". No pienso que esa sea la mejor escuela, pero por la cuenta que te trae ya puedes ser disciplinado.

Muchas veces es carencia de disciplina y respeto hacia las personas el problema de los jovenes de ahora.

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Yo creo que no es problema de los padres, al menos no a ciertas edades ya.

 

Yo sabía perfectamente donde estaba el límite en la mayoría de las ocasiones, y cómo no, qué era lo que estaba bien y qué lo que estaba mal.

 

Insisto, los jóvenes de hoy en día, esos valores no los pueden entender. No pueden entender el no llevar unas zapatillas de 90 euros, unos pantalones de 60 o una vídeoconsola de última generación. :lol2:

 

El problema viene cuando a un niño recien nacido, que es una "tabula rassa", se le ríe todo, se le permite todo, y desde el principio faltan los valores, encabezados por la frase "Eso no", o "Eso no se hace". Vas consintiendo, consintiendo, y el niño te va dominando, no quiero decir que te ordene, pero pierdes la capacidad de mando sobre él, tu superioridad moral.

 

Entonces el chaval ya no respeta tus valores, y crea él los suyos, porque tú no has sabido educarle bien desde el primer momento, y esa tabula rassa, a partir de cierto momento, ha iniciado un camino que, o se corta bruscamente, y generalmente de forma bastante conflictiva a nivel familiar, o se deja continuar libremente, o con ligeras embestidas, casi imperceptibles para evitar enfrentamientos, para intentar reconducirlo, pero que prácticamente poca utilidad tienen.

 

Ahí es donde se diferencia a un buen padre (madre tb por supuesto) de uno que no lo es: un buen padre sabrá regañar a su hijo en el momento justo, incluso darle una hostia que a veces vienen muy bien, y premiarle y regalarle cuando el chaval se lo merezca, mientras que un padre mediocre o lo premiará sin sentido y sin méritos, o lo castigará y reprochará contínuamente y ante situaciones que no lo hubiesen necesitado.

 

Así que en esto, una vez más, es cuestión de que la educación recibida sea la correcta, y se de en cada momento al niño lo que necesita y merece, cuando lo necesita y merece.

 

Un saludo, y perdonadme por los royos que estoy soltando hoy!! :cfsd1:

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