La prueba del post es con el motor 2.8, el 2.6 tiene unos 150 CV. Pero, por favor, no sigamos comparando diésel con gasolina. Tengo que reconocer que los 174 CV de este V6 son algo perezosos, sobre todo debido al hecho de que tiene las marchas demasiado largas, y cuesta acelerar desde cero. Pero os aseguro que no hay lags, y que esa aceleración es absolutamente progresiva. Haciendo una salida brillante para incorporarme rápido a la carretera, aguanto sólo dos o tres segundos para cambiar de velocidad, en todas las marchas por igual. Callejeando, el coche es un desastre, pero en carretera es una verdadera locomotora a toda pastilla. Cuando pretendo adelantar rápido el coche ni pestañea, pasando camiones con facilidad por muy largos que sean, y además no siento necesidad de cambiar a cuarta porque la plena potencia se siente a punta de pedal desde las 2.000 vueltas. Naturalmente, todo esto a costa de verdaderos chorros de gasolina.