Tampoco, la muerte de alguien nunca debe ser nuestra alegría, no al menos de las personas que vivimos y pensamos de bien. Aunque la ira pueda hacernos pensar "pena de muerte", eso no es más que un burdo ojo por ojo. Que cumplan mil años de condena en la cárcel, pero nadie debería tener la potestad de acabar con la vida de otro y, bajo mi punto de vista, tampoco alegrarse de que la pierda.
Sólo es una opinión