Érase una vez un niño que vivía en pueblo de Galicia y tenía la gran suerte de que su padre era propietario de un taller con servicio compra-venta. Transcurrían los días y el niño no se cansaba de correr alrededor de los coches, hasta que pasados unos años el niño cumplió los 18, con lo que ya tuvo edad para poder conducir. Que alegría, por sus manos pasaron innumerables coches, gasolina, diesel, con motores pequeños, grandes y no tan grandes aunque ninguno fué suyo. Un buen día el chaval se fué a estudiar lejos de su casa, con un coche que tampoco era suyo, y cuando volvió tuvo la gran suerte de encontrar trabajo, con lo que su padre creyó oportuno regalarle un coche para poder desplazarse. Cuando el chico vió ese grandioso Audi A4 color negro del año 97 dijo..... y colorín colorado ya tiene coche propio entre sus manos.